Las cuerdas simples son probablemente las más comunes en el mundo de la escalada deportiva. Se utilizan para ascensiones en las que el escalador se asegura directamente a un punto de anclaje en la parte inferior de la ruta. Estas cuerdas suelen tener un diámetro de 9 a 11 mm y una longitud de 30 a 80 metros. La elección del diámetro y la longitud dependerá principalmente del tipo de ruta que se vaya a escalar. Una cuerda más gruesa será más duradera y resistente a la abrasión, ideal para rutas rocosas o un uso intensivo en interiores. Por otro lado, una cuerda más fina suele ser más ligera y ofrece un mejor manejo, lo que supone una ventaja para un rendimiento de alto nivel, especialmente durante la escalada en redpoint o en competiciones.
Utilizadas principalmente para escalar en montaña o en terrenos de aventura, las cuerdas dobles ofrecen mayor seguridad en terrenos irregulares o cuando hay riesgo de caída de rocas. También ayudan a reducir las corrientes de aire y son esenciales para las rutas largas que requieren rápeles. Estas cuerdas son más finas, generalmente entre 8 y 9 mm, y se utilizan siempre por pares. Elegir una cuerda doble implica tener en cuenta la resistencia al desgaste y la gestión de los dos cabos, que puede ser más compleja pero ofrece una mayor polivalencia en términos de gestión de la ruta.
Las cuerdas gemelas son similares a las cuerdas dobles, pero deben utilizarse y engancharse juntas en cada punto de anclaje. Este sistema es menos flexible que las cuerdas dobles, pero ofrece una excelente resistencia a los golpes, por lo que resulta ideal para rutas exigentes por terrenos inestables o helados. Su uso está menos extendido, pero puede ser una elección acertada para determinadas expediciones alpinas específicas.
La durabilidad de una cuerda es esencial, sobre todo si se escala con frecuencia. Los tratamientos superficiales, como el tratamiento en seco, mejoran la resistencia de la cuerda al agua y a la suciedad, prolongando su vida útil y manteniendo su rendimiento en diversas condiciones. Estos tratamientos son especialmente importantes para la escalada al aire libre, donde las cuerdas pueden estar expuestas a ambientes húmedos.
La fuerza de choque indica la fuerza transmitida al escalador y a los puntos de anclaje en caso de caída. Una fuerza de choque menor significa una absorción más eficaz de la energía de la caída, lo que aumenta el confort y reduce el riesgo para los puntos de anclaje. El número de caídas sufridas, normalizado por la UIAA, es también un indicador de la robustez de la cuerda frente a esfuerzos extremos.
Una cuerda más flexible suele ser más manejable y facilita la realización de nudos. Sin embargo, puede ser menos duradera. Encontrar el equilibrio adecuado entre flexibilidad, peso y durabilidad es crucial para los escaladores experimentados.
Es importante limpiar la cuerda con regularidad para eliminar el polvo y las partículas de arena que pueden acelerar el desgaste. Utilice agua tibia y jabón suave, y déjela secar a la sombra. Guarda la cuerda en un lugar seco y alejado de la luz solar directa para evitar que las fibras se dañen por los rayos UV.
Antes y después de cada uso, inspeccione visual y manualmente toda la longitud de la cuerda en busca de cortes, zonas desgastadas o filamentos interiores dañados. Esto es esencial para garantizar la seguridad durante las escaladas.
En conclusión, la elección de la cuerda de escalada debe hacerse con cuidado, teniendo en cuenta su estilo de escalada, su nivel de práctica y las condiciones ambientales. Una cuerda bien elegida es una inversión en su seguridad y rendimiento, y un mantenimiento regular garantizará su longevidad y eficacia.