El primer criterio que hay que tener en cuenta es la temperatura de confort del saco de dormir, que es la temperatura mínima a la que el usuario puede dormir cómodamente. Los fabricantes suelen indicar esta temperatura, que se comprueba de acuerdo con la norma europea EN 13537. Es fundamental elegir un saco de dormir cuya temperatura de confort se adapte a las condiciones climáticas más frías que preveas encontrar.
La elección del relleno también es determinante. Los sacos de dormir de plumón, generalmente de pato o ganso, ofrecen una excelente relación calor/peso y son muy compresibles, lo que los hace ideales para expediciones en las que el peso y el espacio son limitados. Sin embargo, pierden sus propiedades aislantes cuando se mojan. En cambio, los sacos de fibra sintética aíslan mejor en condiciones húmedas y se secan más rápidamente, pero suelen ser más pesados y menos compresibles.
La forma del saco de dormir también influye en su eficacia térmica. En general, existen tres categorías de sacos de dormir: sarcófago, rectangular e híbrido. Los sacos sarcófagos, que se ajustan perfectamente al cuerpo, minimizan el espacio que necesitan para calentarse y, por tanto, son los más cálidos, lo que los hace ideales para temperaturas extremadamente bajas. Las bolsas rectangulares ofrecen más espacio para moverse, pero son menos eficaces a la hora de retener el calor. Los modelos híbridos intentan combinar las ventajas de ambas formas.
Para excursiones de varios días en la montaña, el peso y la compresibilidad son criterios importantes. Una bolsa ligera y comprimible facilita el transporte y la gestión del espacio en la mochila. Sin embargo, no debes sacrificar el calor por ahorrar demasiado peso, especialmente en condiciones de frío extremo.
El tejido exterior del saco de dormir debe ser lo suficientemente fuerte para resistir el desgaste, pero lo suficientemente transpirable para evitar la condensación en el interior del saco. También pueden aplicarse tratamientos hidrófugos para repeler el agua y proteger el relleno.
Las cremalleras deben ser de buena calidad para evitar que se atasquen o se rompan. Una solapa aislante a lo largo de la cremallera puede ayudar a evitar la pérdida de calor. Algunos sacos de dormir también tienen bolsillos interiores para mantener los objetos de valor calientes y a mano.
Las necesidades varían en función de la actividad. Para el alpinismo, donde cada gramo cuenta, es preferible un saco de dormir muy ligero, compresible y resistente al frío extremo. Para el trekking, se puede apostar por la comodidad y optar por un saco que ofrezca más espacio y mejor resistencia a la humedad.
Un saco de dormir de calidad es una inversión para muchos años. Por eso es esencial elegir un modelo cuyos materiales y construcción garanticen su durabilidad. El mantenimiento también es un factor importante; algunos sacos de dormir requieren cuidados más específicos, especialmente los fabricados con plumón.
Elegir un saco de dormir para la alta montaña es una decisión que no debe tomarse a la ligera. Si tiene en cuenta criterios como la temperatura de confort, el tipo de relleno y la forma, así como características adicionales como el peso y la compresibilidad, estará mejor preparado para hacer una elección informada. Asegúrate de tener en cuenta tus necesidades específicas y las condiciones climáticas a la hora de elegir el modelo más adecuado, para garantizar noches de descanso y seguridad en la montaña.